En la entrega del día de ayer mencioné los "misterios" en torno a Giorgione y a su enigmática tela La tempestad (ver la entrada anterior). Si bien es cierto que la pintura parece haber sido inspirada en las historias de amor pastoril, la mitología clásica, o hacer referencias a los difíciles tiempos que se viván, y que cada elemento que aparece en ella puede ser tomado por un símbolo y ser sometido a la interpretación hermenéutica, este es un rasgo que comparte con muchas otras obras del pasado moderno, por no hablar de tiempos más remotos. Tomemos otro ejemplo, la pintura que aparece aquí al lado, El rapto de Ganímedes (ca.1531-1532) de Antonio Allegri, el Correggio (1489-1534). Pensamos en cualquier espectador contemporáneo, e incluso de cualquier otro tiempo ¿no les parecerá tan extraña como la de Giorgione?, ¿qué hace un águila levantando a un púber por los cielos mientras un perro los observa? Si resulta ininteligible ¿para qué pintarla? Bueno, no perdamos de vista que se trata de una pintura que forma parte de un ciclo dedicado a los amores de Zeus solicitada por Federico Gonzaga gobernante de Mantua, por lo que nunca fue pensada para que la viera "el público en general", y que Gonzaga y demás personajes de su corte conocían perfectamente la leyenda del rapto de Ganímedes por lo que para ellos no resultaba críptica la obra; es más, es probable que pasaran veladas enteras jugando a interpretar cada uno de los elementos de la tela, es decir, conocían el lenguaje en que Correggio había desarrollado el tema. Hoy día al tiempo que hemos ido perdiendo el uso de ese lenguaje simbólico, las obras se exponen ante cientos, miles de espectadores que creen entender lo que están viendo porque identifican un águila, una montaña, un perro, etc.; cuando se les pregunta qué significa es muy probable que nos respondan como se ha contestado la misma pregunta sobre La tempestad: es un misterio que no ha sido resuelto satisfactoriamente.
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