La pesadilla (1781)
Una de las preocupaciones centrales de la Modernidad fue el trato con el Inconsciente, mucho más después de que Sigmund Freud (1856-1939) probara no sólo su existencia sino los alcances de sus funciones. Para el médico austriaco la "vía regia" al inconsciente la constituían los sueños, un tema tan antiguo como la misma humanidad. La presencia de los sueños y su intervención en asuntos humanos de todo tipo, desde los más cruciales hasta las simples ensoñaciones de placer la encontramo en la literatura y las artes de todos los tiempos y pueblos, pensemos en la Biblia, la Iliada, las sagas Nórdicas, entre los modernos en Ibsen, Carol, Poe, Lovecraft, Borges, etc. A través de los sueños se conoce el futuro, se advierte sobre lo que sucedera, se anuncian lo mismo desgracias que tiempos felices. Pero nunca es claro el mensaje, siempre hay que saber como interpretarlo, pues tan importante es tenerlo, como saber, entender, qué es lo que nos está trasmitiendo. Característica que ha generado, hasta nuestros días, un sin fin de medios, procedimientos, normas, metodologías, que nos ayudan en la labor de la exégesis de los sueños. Si los sueños simplemente pueden resultar placenteros, también los hay terribles que atormentan a los soñadores, como la pintura que aquí presentamos de Henri Fuseli (1741-1825), sin duda obras como esta sirvieron de inspiración a Freud para sus tratados sobre el inconsciente y su contenido. La imagen es por sí misma evidente, en el sueño, en nuestras pesadillas se encuentra alojado lo más primitivo y salvaje que conservamos de nuestra evolución filogenética, los institntos y de ellos los sexuales son los que mayor controversia causan porque se sitúan exactamente en el punto de confrontación entre cultura y naturaleza. Por ello es que esta preocupación de cómo tratar con nuestro inconsciente sigue vigente y lo más probable es que la heredemos, a su vez, a las nuevas generaciones.
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