martes, 6 de julio de 2010

El río y la foto


Es falsa la idea de que la brutal crecida del Río Santa Catarina el pasado fin de semana, es un evento extraordinario. Qué no suceda cada año es más bien una fortuna, pero basta con que se presenten y coincidan unas cuantas variables, para que el fenómeno se repita una y otra vez y no hay manera de evitarlo pues se trata de un evento natural con el que más valdría acostumbrarnos a vivir.
Independientemente de que se empleen estas excusas para tapar otra clase de problemas, mucho de lo sucedido se debe también a que somos desmemoriados y actuamos, por los intereses que sean, como si no existiera historia y peor aún, como si nada tuviéramos que aprender de lo sucedido. En el caso del Río Santa Catarina, existe una buena cantidad de evidencia fotográfica que nos permite darnos cuenta de que la crecida de ahora no es algo nunca antes visto, y que sus efectos siempre han sido catastróficos, sin mostrar ningún respeto por la ciudad y sus habitantes.
Uno de los primeros ejemplos que tenemos del paso del río sobre la ciudad, nos lo proporcionan las fotografías tomadas por C.B. Osborn en la inundación de 1909, en las que se aprecia no sólo como las aguas rebasaron los márgenes de ambas orillas, sino también, cómo a su pasó había derribado al vetusto puente San Luisito. Lo interesante es que apenas un año después, es decir, en 1910, Jesús R. Sandoval, fotografió al mismo río crecido e inundando calles del primer cuadro de la ciudad (calle de Humboldt y contiguas), lo que nos indica o bien que el cauce del río seguía vivo un año después o que se trataba de una nueva inundación, lo que nos enseñaría que las crecidas del Santa Catarina no son un fenómeno de ciclos largos, sino que puede repetirse en tan breve tiempo como puede ser un año.
Existe otra imagen de la misma inundación de 1909, de un autor desconocido tomada de poniente a oriente, posiblemente desde Chipinque en la que se aprecia el Cerro de la Silla al fondo, a sus pies la ciudad extendida más bien hacia el norte y casi al centro de la fotografía, se nota claramente el cauce crecido y ensanchado del Río Santa Catarina.
Así como llaman la atención los eventos públicos, las reuniones familiares, los viajes, o los personajes famosos, y procuramos lo imposible por hacernos de una imagen de ellos, también los desastres naturales ocupan su lugar dentro de los sucesos que reclaman ser inmortalizados por la imagen. Por tanto no sorprende ni encontrarnos con las imágenes que ya mencionamos, ni con los cientos que provocó el huracán Gilberto a su paso por la ciudad en 1988, casi con idénticos resultados que este último.
En esta ocasión, y dadas las infinitas facilidades que existen para hacer fotografías, no dudo que Alex, sea uno de los eventos, por lo menos aquí en Monterrey, más fotografiados en la historia, compitiendo, probablemente, con las visitas de Juan Pablo II a la ciudad.
Resulta curioso pues, que por el tamaño del meteoro, por la atracción que ejerce sobre las personas, y el deseo de estas por hacer imágenes que lo recuerden, no tengamos más claro lo que hay qué hacer en este momento para evitar, en el futuro, los sucesos y desgracias del pasado. Esto es, a pesar de las imágenes que tenemos de otras inundaciones , de saber lo potencialmente peligroso que es el Río Santa Catarina, de la intensidad y cantidad que puede alcanzar la lluvia que arrojan sobre la ciudad los huracanes, volvemos a repetir las mismas construcciones en los mismos lugares, con los mismos procesos y materiales, quizás con la creencia de que no volverá a suceder, o mejor aún, que si sucede será hasta dentro de tantos años que ya todos habrán olvidado lo que es el paso de un huracán por la ciudad.
Esta es una prueba del carácter ambiguo que sostenemos con la fotografía. Para unos casos es prueba fehaciente de la verdad, de la realidad, de cómo fueron, indudablemente, los hechos; pero en otras ocasiones, como la que aquí hemos tratado, la fotografía es sólo una imagen para el recuerdo, sin ningún otro valor que mostrarnos sucesos, personas, lugares, de un lejano pasado que sólo existe en nuestra memoria, jamás en la realidad actual.
(Publicado orginalmente por Milenio Diario)

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