martes, 20 de julio de 2010

Por andar de vampiro

Como todos sabemos la curiosidad es una arma de doble filo, bien encaminada es fuente de descubrimientos y grandes logros, insana, sólo conduce a los vicios, la obcecación, el fracaso.Fue precisamente la curiosidad la que me condujo al Parque Fundidora, al Centro de las Artes I, para ser más precisos, y para confesarlo de una buena vez, a su segundo piso a fin de conocer la exposición inaugurada el pasado día 15, que lleva por título M3M, México tres momentos, colectiva de Lorena Rodríguez, Daniel Romero y David Garza. La muestra está compuesta por 24 obras, 21 de ellas son de formato similar y entre ellas forman 7 banderas, esto es, 7 obras colectivas; las tres restantes son obras individuales de cada uno de los participantes.
La exposición se presenta como parte de los festejos del Bicentenario, incluso tanto en el texto de sala como en el del folleto de la muestra se hace referencia una y otra vez a que se ha producido, organizado, seleccionado y montado, en función de este acontecimiento. Yo no sé si tuve muy buenos maestros de historia desde la primaria, si se trate de vicios o desviaciones provocados por mi formación, o porque he tenido la fortuna de conocer medianamente a mi país y sus gentes, pero la verdad es que para mi tanto el Bicentenario de la Independencia como el Centenario de la Revolución, posee un significado profundo que tiene que ver con lo que somos y cómo somos, pero sobretodo, con lo que seremos o con lo que queremos llegar a ser, y la verdad, yo no veo en estos trabajos nada que me hable de eso, ni de reflexión sobre el pasado, ni de esperanza por el futuro, veo eso sí, una serie de imágenes poco críticas, que aspiran a ser irónicas, clichés, repetitivas, cansadas. Así que si estas son las exposiciones con las que festejamos al Bicentenario, le quedan muy chiquitas y a nosotros nos salen debiendo.
La idea de trabajar obras por separado y luego reunirlas para formar las “banderas”, me parece interesante y hasta en ciertos momentos logran acertar; visualmente alcanzan a funcionar dos o tres de ellas. Cada uno de los productores, pintó 7 piezas en las que el color predominante fuera el rojo, el verde o el blanco, de tal suerte que al juntarlas siempre se formaba el “tri”. Al parecer fue el azar el que determinó la secuencia de las 7 piezas colectivas, lo que es posible influya para restarle fuerza a la reflexión a que pudiera estar incitando la pieza individual, pero que se diluye al juntarla con otras dos que no tienen nada que ver con el contenido de la primera y así sucesivamente. Esta misma manera de proceder, me parece que oculta o distrae las fallas que formal o temáticamente pueden tener los participantes. Es verdad que el guiño surrealista del cadáver exquisito es una tentación pero cuando se trata de un proyecto con un propósito tan concreto el resultado es un discurso por todos lados fragmentado.
Si como he dicho, visualmente algunas de las piezas colectivas pueden resultar atractivas, cuando uno pasa a considerar las individuales se vuelven evidentes los desaciertos formales en que incurren los miembros de este colectivo. Cierto que cada uno de ellos hace un esfuerzo por mantener un cierto “estilo”, un lenguaje, un discurso. No obstante, son productores noveles a quienes les falta desarrollo y alcanzar cierta madurez y personalidad en su trabajo para que éste tenga más fuerza y presencia.
Por lo general me parece que se debe apoyar todas las iniciativas de los más jóvenes y abrir los espacios para que tengan oportunidad de empezar a enfrentarse al público a través de las exposiciones. Pero también creo que hay que saber dirigirlos y aceptar que no todos pueden exponer en cualquier lugar, hay que reconocer jerarquías, tradiciones e historia, con el único fin de consolidar los espacios y darles una proyección cada vez más universal y ciertamente esto no lo lograremos con este tipo de muestras.
Ya decía que fue la curiosidad la que me llevó a ver esta muestra, debo agregar ahora que también se debió un poco a la actitud del vampiro, esto es, que desesperado por tener sangre con que saciar sus necesidades ya no reconoce si se trata de sangre de virgen o de un triste compuesto artificial.
Publicado originalmente por Milenio Diario

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