Seascape. 1998
Uno de los productores contemporáneos que más me llaman la atención, lo es el alemán Gerhard Richter (1932) oriundo de la ciudad de Dresde y formado en la célebre escuela de arte de la misma localidad. Quizás sea por eso que uno de sus intereses sea la indagación sobre la naturaleza de la pintura. En este sentido va el hecho de que una mitad de su producción esté dedicada a la obra abstracta y la otra al hiperrealismo; como si se empeñara en desentrañar y demostrar que no es la forma, el estilo o la corriente lo que legitima a la pintura como medio productor de imágenes, sino algo, quizás, más esencial y primitivo: lo que sucede con el pigmento al ser dispuesto sobre un soporte, su comportamiento, dirección, materialidad, etc., es lo que en verdad hace aparecer "una pintura". Igual camino recorren también sus pinturas de fotografías, no sólo para volverlas indistinguibles, sino como un deseo por regresar por el mismo camino a la orilla opuesta; es decir, si la fotografía copió a los géneros pictóricos para crear sus propias composiciones (por ejemplo las Marinas), ¿por qué no pintar ahora una fotografía de un paisaje, una marina o un retrato, con la misma finalidad? Nos encontramos entonces con un cuestionamiento similar, ¿si fotografía y pintura tienen capacidades semejantes como productores de imágenes, cuál es la naturaleza que distingue a uno de otro medio, o simplemente son idénticos? Der ser así ¿es nuestra mirada, nuestra percepción la que los diferencia o se trata de un asuno meramente cultural, es decir, convencional sin otro sustento que un acuerdo previo?
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