miércoles, 6 de octubre de 2010
Frida una vez más
Hace dos días, el lunes 4, concluí, después de 30 entregas, una serie de reflexiones u observaciones provocadas por el bicentenario de nuestra Independencia. Al revisarlas me doy cuenta de que en ellas hay mucho rollo y poca fotografía o artes visuales. Así que sin caer en el mismo esquema, iniciaré a partir de hoy una nueva serie en la que procuraré ir intercalando fotografía mexicana, en especial la contemporánea.
Inicio con este trabajo de Yolanda Andrade (1950), Frida, 2004. Es de lo más interesante conocer cómo es que distintas clases sociales se apropian del discurso hegemónico a fin de adaptarlo a sus interese y prácticas comunitarias. Uno de estos discursos lo son las llamadas Bellas Artes, cuya aprehensión y decodificación son tareas complejas que requieren de un mínimo entrenamiento, al no contar con los instrumentos necesarios para ejecutarlas correctamente se abre un espacio en el que se improvisa la simulación de una comprensión, pero no de las formas, sino de los usos y funciones bajo las cuales circulan las Bellas Artes. Lo valioso de esta imagen de Andrade no es que nos muestre esta versión no autorizada de un autorretrato de la Kahlo, sino que lo presente colgado de la pared en la que lo vemos, en sospechosa convivencia con imágenes de Cristos dolientes y un pendón de la Virgen de Guadalupe. Una imagen, la de Andrade, producto de un verdadero sincretismo, el de la cultura popular, el de la adaptación del modelo de las Bellas Artes, y el propio trabajo de la fotógrafa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario