Tal y como lo expresamos respecto a los cambios que han tenido el papel y posición de las mujeres los últimos 200 años, y como lo volvimos a apuntar respecto al ascenso que como grupo social han tenido los jóvenes, ahora debemos dedicar este espacio a la educación y en especial a la educación superior representada por la Universidad Nacional Autónoma de México, que coincidentemente cumple 100 años de ser la Institución nacional encargada de la preparación profesional de los jóvenes de todo el país. Fruto de la visión de Justo Sierra, ministro de Instrucción pública y Bellas Artes durante el gobierno de Porfirio Díaz, desde sus inicios tuvo la misión de lograr, en términos del propio Sierra, la “mexicanización del conocimiento”, y desde entonces no ha cesado en esta tarea. Desde su mundialmente famoso campus central, construido entre 1950 y 1954 y considerado hoy día patrimonio de la humanidad según la clasificación de la UNESCO, ha sido, es y sin duda seguirá siendo un termómetro de la vida en el país, pero sobretodo el ejemplo y la guía de lo que debe ser la educación superior en México. Cierto, la educación en general y la superior en particular son una de las grandes deudas que aún se tienen con el país y sus habitantes después de 200 años; nuestro futuro en mucho depende de hacer crecer este sector y sobretodo de apoyar decididamente la investigación que desde las aulas y laboratorios de todas las Universidades del país puede y debe darse. La educación, sin duda es la mejor herramienta, la mejor arma, el mejor argumento a favor de la vida independiente de este México bicentenario.
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