lunes, 18 de octubre de 2010

De parecidos y creaciones


Hace un par de entradas. Al hablar de las impresionantes imágenes de Michael Wesley, me referí a ellas como una especie de Frankestein a través de las cuales se pretendía emular la naturaleza de nuestra memoria, de la misma manera en que la criatura del Dr. Krankestein resultaba ser un remedo o copia defectuosa de un humano. En este sentido es que emplee el símil, pues ni las fotografías de Wesley pueden pasar por metáforas de la memora, como el monstruo por excelencia fue un humano completo. Sin embargo en la novela original de la británica Mary Shelley (1797-1851), cuyo título completo es Frankestein o el moderno Prometeo (1818), se tratan muchos otros temas que quedan contenidos en el subtítulo que lleva. Es decir, en la novela, que por su parte es producto del espíritu romántico, el humanoide creado por el Dr. Frankestein, es la alegoría del deseo del hombre por asemejarse a la naturaleza, a Dios si se quiere, en su capacidad de crear vida por otros métodos que no los naturales. Pero así como Prometeo es castigado por entregar el fuego a los hombres, en la novela, el hombre que juega a recrear la vida, es también combatido y en su caso castigado, por su propia creación.
Si bien es cierto que es imposible crear vida de la nada, como lo demuestra Shelley en su novela, no podemos decir lo mismo sobre las imágenes del tiempo, que en principio también suenan a una misión imposible. La inconformidad, el deseo de encontrar un espacio, un tiempo, una conducta que sea original, en el sentido de tener origen, de ser primera y por tanto impoluta, de poder remontar las limitaciones que como humanos tenemos, ya sean estas físicas, morales o intelectuales, son razones que bien podrían aplicarse a las fotografías de Wesley; quiero decir, si tratamos de entender qué es lo que mueve a este productor a tomar hasta tres años para producir una obra, es muy probable que nos topemos con el mismo aliento romántico que llevó a Shelley a crear la primera novela de ficción científica de la historia. Y esto es en lo que sí se parecen Frankestein y las imágenes de Wesley, ambos son los primeros en la historia por tanto, aún y cuando tengan defectos, señalan, muestran cuál es el norte que habrá de seguir todos los demás.

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