miércoles, 15 de septiembre de 2010

Así fue, así es México (entrega No.13)

Por lo general se dice que nuestro espíritu nacionalista surge del ideario de los gobiernos que siguen del triunfo de la Revolución, empezando con Alvaro Obregón y su famoso ministro de educación pública, José Vasconcelos, y que de ahí fue abrazado como bandera única del quehacer político, social y cultural de nuestro paìs. Como en tantos otros casos de nuestra historia patria, lo anterior es sólo parcialmente cierto, pues ese ánimo nacionalista tiene su origen en las Guerras de Reforma y se consolida en el régimen de Díaz, por lo que, al término de la lucha armada, lo que se hizo no fue más que recibir una herencia que se venía cultivando tiemp atrás, actualizarla y ajustarla a las necesidades de un nuevo siglo y gobierno. Son varias las acciones y programas puestos en marcha por Parfirio Díaz y su gabinete a través de las que se fue fortaleciendo la idea de nación, de nación distintiva, independiente, con ídenticos derechos y obligaciones que cualquier otra en el mundo. Desde el pago puntual de la deuda exterior con los Estados Unidos, y la búsqueda de alianzas trasatlánticas para no depender de una sola potencia, hasta el ejemplo que aquí presentamos, el renombrado inventario de bienes eclesiásticos del poder federal solicitado por el entonces súperministro de Hacienda José Yves Limantour, al no menos famoso Guillermo Kahlo (1871-1941), quien viajó, principalmente por los estados del centro y sur del país, entre 1904 y 1908, para fotografiar templos, conventos y capillas de la época virreinal y princpios del XIX. La imagen que aqui ofrecemos corresponde al altar mayor de la iglesia de San Francisco Javier, en Tepotzotlan, Edo. de México, hoy Museo Nacional del Virreinato. Imágenes como las hechas por Kahlo a través de las cuales mostraba la dignidad, monumentalidad y belleza de estas construcciones (algunas de las cuales se encontraban casi en ruinas) fueron sembrando en el corazón de los mexicanos un orgullo por su pasado, por sus raíces e historia, como nunca antes se había dado, o por lo menos no de esta manera y menos aún reforzada con representaciones que ponían a la vista lo grandioso de ese pasado. Es pues, en acciones como esta, donde tiene su origen el espiritu nacionalista que algún día nos distinguió.

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