Desde diversas fuentes han corrido ríos y ríos que se ocupan de desentrañar los secretos de la identidad, lo mismo la individual, que la de grupo, que, por supuesto, la de una sociedad o pueblo. Las artes visuales en general y la fotografía en particular han contribuido a la creación de un abultado imaginario que intenta recrear los "tipos mexicanos" para de ahí extraer una especia de suma de su identidad. Uno de los primeros intentos por fijar esa identidad, la encontremos en las litografías que Claudio Linati (1790-1832) publicó en 1826 y que repetiría casi treinta años después el también litógrafo Casimiro Castro (1826-1889) con su célebre colección de Los mexicanos pintados por sí mismos (1854), para terminar con este rápido recorrido por el siglo XIX con el álbum de tipos mexicanos de los socios Antioco Cruces y Luis Campa, quienes entre 1862 y 1877 fotografiaron a la sociedad mexicana de arriba a abajo. Lo interesante de todos estos intentos es que la definición del "tipo mexicano" y por tanto su identidad, siempre parte de la descripcion de sus oficios o tareas que desempeña, como si el trabajo definiera a la persona, o mejor dicho, como si el tipo de trabajo que se desempeña fuera determinante en la identidad de la persona. Ahora bien, por lo menos en el caso de Cruces y Campa, y en este ejemplo del Vendedor de velas (1860's) lo podemos ver claramente, las imágenes que nos ofrecen han sido recreadas en el estudio por lo que es difícil deslindar hasta dónde los intereses, gustos e incluso prejuicios de los fotógrafos influyeron en la creación de una determinada "identidad".
Si hacemos caso omiso de este hecho y nos olvidamos de esos intentos por recrear o hallar de plano la identdad de los mexicanos y nos concentramos en la pura imagen que ofrecemos, es extraordinaria la riqueza de detalles que nos ofrece sobre las condiciones de vida del México de la segunda mitad del XIX. Un sólo vistazo a las colecciones que por fortuna se conservan de esta feliz y próspera empresa fotográfica pone en evidencia la enorme desigualdad que ayer como hoy priva entre los mexicanos. De las refinadas damas de las Carte de visite a este humilde y descalzo vendedor ambulante, hay una serie de motivos que precipitaron al país, a la vuelta del siglo, a una feroz revolución.
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