Ulises Castellanos. Zócalo. 2007
Doscientos años después de lograda la Independencia de España, de habernos constituido como una república democrática, de ser una y otra vez señalados, incluso muy a nuestro pesar, como una de las economías más prometedoras, de haber jugado un papel importante en el liderazgo de nuestra área de inlfluencia o Latinoamérica, ¿cómo mexicanos qué podemos decir, cómo nos vemos?
En este país se encuentra la ciudad más densamente poblada del mundo y ese simple hecho, nos guste o no, marca una enorme diferencia con el resto de ciudades en México que han crecido y seguirán creciendo en el futuro. Ver una imagen como la que aquí encabeza estas líneas es caer en el vertigo o perderse en el horizonte, no hay escala, no hay medida, no hay proporción alguna que alcance a dar cuenta de lo que es esta especie de amiba monstruosa de acero, cemento y cristal convertida en un hoyo negro que devora todo lo que esté a su alcance. La asimetría que ha causado en lo polítco, económico, social, cultural, educativo, religioso y cualquier otra actividad, ha hecho que pierda la memoria y que el resto del país esté a punto de hacerlo también, ensimismada, la Ciudad de México, olvida que fue levantada por los otros Méxicos que hasta allá tuvieron que emigrar, y los demás que también ella es parte del resto del país. Doscientos años han sido suficientes para dar cuerpo y vida a una pesadilla como lo es esta ciudad, pero tambien han sido insuficientes para terminar de conformar una imagen única de país, o somos la Ciudad de México, o somos Chihuahua, Can-Cun, Aguascalientes, Toluca, Puebla, Tuxtla Gutiérrez, Hermosillo, Acapulco, nunca simple y llanamente México.
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