martes, 21 de septiembre de 2010

La patria es primero

Jorge González Camarena. Alegoría de la patria. 1962

En torno a los años ochenta del siglo pasado, mucho de lo que sabíamos sobre la historia y demás ciencias y disciplinas sociales, entró en una profunda crisis. Para ser más precisos, lo que se empezó a transformar fueron las metodologías, los procesos, los instrumentos, los enfoques, las teorías, por lo que a partir de los cambios experimentados hubo necesidad de revisar, de someter a nuevos escrutinios, todo lo que sabíamos respecto a nosotros mismos, la interacción con los otros, con las demás especies y la naturaleza.
A la tradicional historia del arte, se le empezó no sólo a cuestionar sino a desplazar a favor de enfoques más abiertos, eclécticos y preocupados no sólo por el pasado en sí, sino por los efectos de éste en la sociedad contemporánea. Fueron surgiendo así los departamentos de Estudios Visuales y/o Estudios Culturales, que rápidamente ganaron adeptos y aportaron novedosas interpretaciones y explicaciones a buena parte de lo que sabíamos respecto a la generación o producción de imágenes a través del tiempo.
Toda esta larga introducción no es más que una justificación para comentar la muestra Imágenes de la patria, inaugurada el pasado día 15 en el Museo del Noreste (MUNE), basada en el libro del mismo nombre del historiador Enrique Florescano publicado originalmente en el 2005. Uno de los puntos de partida de los Estudios Visuales es el no detenerse en la producción artística de imágenes sino, por el contrario, asumir que toda imagen por el simple hecho de haber entrado en circulación y ser consumida, tiene un efecto similar, si no es que mayor, al de las artísticas por lo que si queremos conocer la manera en que nos relacionamos y nos afectan hemos de considerar a todo el vasto y variopinto universo de las imágenes. Una idea similar a la que da sustento a esta exposición.
Se trata, en resumen, de presentar algunas de las imágenes más representativas que han dado vida a un concepto, de un inicio, tan evanescente como lo es el de patria. Es decir, estudiar cómo es que las imágenes han traducido en sus propios términos, la idea de patria, y al hacerlo qué le han aportado o qué influencia han tenido en su concepción. Pero más importante aún es cómo operan esas imágenes al tener una circulación social, en este caso, qué tienen que ver las imágenes en exposición y muchas otras, con la idea que tenemos de la patria, hasta dónde es posible deslindar sus efectos de la concepción popular, general, de este concepto.
Teniendo presentes estas ideas es fácil entender, por ejemplo, la importancia de ilustraciones en libros como el México a través de los siglos (1887-1889), o los trabajos de Claudio Linati, Aurelio Casas, Casimiro Castro, Santiago Hernández, “Osuna” o Constantino Escalante. Soy de la opinión de que son sus obras y las de muchos otros suyos nombre son desconocidos por el momento, las primeras responsables de nuestras ideas sobre la patria posiblemente más que los trabajos de un Diego Rivera, Orozco o Siqueriros, sin negar que también ellos influyeron y han influido en este mismo sentido, aunque en un público más restringido.
Tal y como he comentado hasta aquí, la exposición cumple, es acertada, pero me pregunto ¿no será esta más bien una muestra para especialistas; para quienes tienen un gusto o interés particular por esta clase de imágenes? ¿Qué pasa con las demás personas que llegan al museo con la idea de ver las imágenes de la patria y en su lugar se encuentran con estampitas, páginas de libros y periódicos descoloridos?
Por otra parte, tal y como se reconoce en la misma exposición, el algún momento de nuestra historia hubo un corte entre los que crecimos con estas imágenes y quienes ayunos de ellas difícilmente conciben la idea de patria. Mostrar este cambio quizás hubiera estado más cerca de las expectativas del público en general e incluso es posible que hubiera ayudado a entender de mejor manera la propuesta de la muestra. Pero este período es particularmente pobre en la exposición y se limita a presentar algunas obras que recrean lo ya visto.
Quizás, por desgracia, estemos ante un caso similar al del cine en donde el libro siempre es mejor que la película.
Publicado originalmente por Milenio Diario.
(Imagen tomada de: www.m-x.com.mx)

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