El pasado jueves 16 de este mes nos dejó la escultora mexicana Helen Escobedo (1934), ni qué decir lo mucho que siento su deceso. Aquí una replica de su Corredor Blanco de 1969 cuando participaba con muchos otros en el famoso Salón Independiente, una respuesta altamente creativa, propositiva, crítica y opuesta a las políticas públicas de ese momento, principalmente después de los suceso del '68. Con Helen se va uno más de una lúcida generación que le dio a nuestro país, justo en el momento en el que lo requería, un arte moderno que si bien se inspiraba en los movimientos internacionales, muy pronto déjaría ver su ortiginalidad y alcances. La escultura de Helen creció con estas ideas máxime después de haber cursado sus estudios superiores en escultura en Londrés, Ingaterra, pero también se mantuvo atenta a otras influencias, entre ellas, las de las culturas nativas de nuestro paìs, que le enseñaron el sentido de la sencilles y majestuosidad de las formas de perfil simple, nítido y elegante. Pero al monolito que hay en algunas de sus piezas, le opuso la ligereza de la transparencia, como ella misma lo decía sus esculturas permitían ver a través de ellas. De esta manera llevó su exploración por la creación volumétricaa partir de un principio muy simple el espacio ocupado y su interacción con el desplazado o vacio y como gracias a ella, surge un nuevo volumen más que sólido virtual, pero igual de efectivo e inspirador que el real.
Con Helen, pues, se va una parte más de esa generación de la Ruptura que a pesar de los pesares logró cambiar el rostro del arte en México para ponerlo, junto al resto del pais, en el camino de la Modernidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario