Ahora que estamos a unas horas de cumplir la fecha que nos hará bicentenarios, revisar y analizar la muestra que aquí se comenta, puede ser un buen ejercicio que nos de la perspectiva necesaria para comprender, más allá de la retórica institucional, qué significa ser independiente.
Nos hemos de referir, pues, a la exhibición Foster+Partners abierta hace unos días al público en el MARCO. En ella, se presentan los 227 proyectos que desde 1967 ha llevado a cabo esta firma en más de 20 países. Además se han montado las maquetas de obras como las masivas torres del HSBC en Hong Kong, el patio central del Museo Británico, el palacio de la opera en Dallas, la Universidad Libre de Berlín, el rascacielos de la fundación Hearst en Nueva York, etc. Los trabajos exhibidos van de la construcción de nuevos elementos, al diseño urbano, pasando por la intervención sobre edificios y sitios históricos, e incluso por el famoso Puente del Milenio en la capital inglesa.
Hay exposiciones que te dejan un mal sabor de boca, otras, por el contrario, te alegran la mañana, la tarde o la noche según haya sido la hora de visita, unas pocas te provocan indiferencia. Y de vez en vez te topas con exhibiciones como esta de las que sales, lo menos, con la boca abierta y lleno de preguntas sobre qué es lo que has visto, cuál es su naturaleza, cuáles sus consecuencias.No voy a hablar de arquitectura, ni quiero, ni puedo, espero que haya arquitectos, mejor preparados que yo, que desmenucen, analicen, cuestionen, esta aplastante exhibición de un mundo que no es nuestro mundo, que pertenece a otra dimensión a la que no tenemos acceso. Sí quiero comentar, en cambio, sobre estas características.
Es evidente que como otras grandes firmas internacionales de arquitectos de su estatura su trabajo está destinado a satisfacer necesidades de construcción que no son, ni siquiera las extraordinarias, ya no digamos las regulares, de una sociedad cualquiera; se trata, según lo entiendo, de necesidades en las que se conjuga un número importante de variables que hacen posible la creación de este tipo de arquitectura. En primer lugar interviene la existencia de una tecnología de construcción que permite llevar a cabo estos proyectos; aunado a ella va la presencia en el mercado de los materiales que hacen posible se construya tal y como está proyectado por el arquitecto. Debe existir, por otra parte, la voluntad de sacar adelante el proyecto por la simple y sencilla razón de que se sabe, se está consciente de que lo que se haga será parte de la historia; de que levantar tal o cual edificio, mejorar tal construcción, renovar y regenerar una zona, son acciones que repercuten en muchas otras áreas de la vida de una ciudad. Y, principalmente, se requiere de los fondos económicos que hacen posible todo lo demás, sin ellos y en demasía, lo otro no funciona o no funciona al 100%, como debiera.
Estos trabajos de Foster y sus asociados pertenecen al primer mundo no por su espectacularidad (que la tienen sin duda) sino por la confluencia de estas y otras variables, pues son las ideas y su aplicación las que distinguen al primero del resto del mundo. Ideas sobre la sustentabilidad, el cuidado del medio ambiente, el respeto a la cultura e historia del lugar, la certeza sobre el futuro, las consideraciones sobre los usuarios, son sólo algunas de estas ideas que están en la base de estos trabajos.
Ser del y construir el primer mundo no es cuestión de edificios, aeropuertos, rascacielos o terminales de tren o del metro, es estar en posesión de una cultura arquitectónica que te facilite la toma de decisiones cuando de construir, intervenir o diseñar se trata, incluso cuando lo que se busca es sólo invertir. Hablamos de una cultura que comparten los arquitectos con los habitantes de una ciudad, con sus estudiantes, futuros edificadores de su correspondiente ciudad.
Convencido de que no es sólo una cuestión de dinero, salgo de la exposición preguntándome si en esta ciudad alguna vez será posible contar con una arquitectura como la practicada por Foster+Partners, y no como la de ahora que sólo empobrece nuestro horizonte.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también www.artes2010.wordpress.com
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