Hace una semana hablé de la exposición Visionis Montanea que se presenta en Drexel Proyectos; en esas líneas dije que hoy me detendría en la exposición Horizontes de Sze Tsung Leong, inaugurada el pasado día 10 de noviembre en el MARCO, puesto que ambas son muestras de fotografía de paisaje.
Aclaremos, desde un principio, que no hay nada en común entre estos trabajos fuera de que ambos se producen dentro de un mismo género. Además, aún y cuando se trata del mismo género, como se verá, es imposible hacer cualquier comparación. Lo que trataré de exponer, entonces, son más bien aspectos que tienen que ver con la fotografía en general y con la de paisaje en particular, para lo cual recurriré a estas exposiciones a fin de ejemplificar lo que voy apuntando.
Por ejemplo, uno de los problemas que presenta el estudio de la fotografía es su definición. A diferencia de la pintura, no existe LA fotografía, sino fotografías por eso es que aún tratándose de un mismo género no hay manera de comparar sus ejemplares si estos no tienen un marco de referencia común.
El proyecto que presenta Leong en el MARCO, Horizontes, es preciso en sus objetivos y por tanto en sus resultados, tan es así que incluso hace que el montaje, la museografía, también participe de tal objetivo. La búsqueda y captura de la línea del horizonte, que es su constante, es la forma a través de la cual el fotógrafo cumple con sus objetivos. Es decir, el proyecto de Leong parte de la idea de que la línea continua del horizonte, no importa si es de París o de Atlanta, lleva a entender, como se apunta en la cédula de sala que abre la muestra, las complejas relaciones que se dan en la interacción entre distintas sociedades, culturas, regiones. De esta manera Leong nos lleva por el mundo, no sólo demostrando su tesis, sino también mostrándonos que aún quedan lugares hermosos que visitar.
Hasta aquí la parte del motivo, las intenciones y objetivos del fotógrafo; rechacemos la idea de que se trata de una muestra monótona o que resulta excesiva; quien piense de esta manera es que no se ha tomado el tiempo suficiente para ver imagen tras imagen.
Así como son de definidos los objetivos de Leong, así de estricto ha de ser a la hora de salir con su cámara al campo. Lograr estas imágenes supone un trabajo de selección de emplazamientos que permita contar con las distancias necesarias para obtener esta visión, casi plana, casi siempre, del horizonte. Hago notar que aquí hablo de distancia y no de espacio como en el caso de Ortiz Giacomán, no es lo mismo que como resultado de la distancia entre mi cámara y el sujeto de mi fotografía se interponga el espacio, a que la fotografía sea de la mayor cantidad de espacio posible para dar una idea de las magnitudes, de las escalas, que a Ortiz Giacomán, le interesa marcar. De aquí que no sólo sean distintos los resultados, sino también las fuentes técnicas de las que provienen estas imágenes, o sea, los instrumentos que emplean son distintos y definen o condicionan el tipo de imagen que se obtiene.
Si tuviéramos que describir la clase de práctica fotográfica de uno y de otro, diríamos que en el caso de Ortiz Giacomán es activa, en tanto que la de Leong es pasiva, es decir, en el primer caso se actúa en y sobre el paisaje a fin de arrancarle ciertas imágenes; en el otro simple y sencillamente se deja que sea el paisaje el que se exprese por sí mismo. En el primer caso el paisaje da lugar a la ciudad, en el segundo, paisaje y ciudad ahí están simultáneamente, etc., ¿occidente y oriente?
Visitar una y otra muestra, verlas, primero como fotografía y después como la imagen que representan, como paisajes, intentar comprender su diferente naturaleza como aquí hemos insinuado, nos regresa a una de las ideas que presenté la semana anterior, que el paisaje es ante todo un objeto simbólico a través del cual se expresa una cultura, una sensibilidad, una postura, etc.
Publicado originalmente por Milenio Diario.
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
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