martes, 9 de noviembre de 2010

Falsa polémica sobre un falso problema (En 100 años 9)

Enfrascarnos en discusiones sobre nuestro panorama cultural creo que por ahora traen poco provecho, por lo que espero no iniciar o dar pie a que se genere una polémica respecto al tema que he de abordar ahora.
La semana pasada se anunciaron las diferentes exposiciones que ocupan las salas de la Nave Lewis en el Parque Fundidora. Nave famosa porque fue uno de los emblemas que tuvo el malogrado Fórum Universal de las Culturas hace tres años; como se recordara ahí estuvieron expuestas las muestras de arte egipcio y mexicano que tanto revuelo causaron, y ahí mismo se pretende levantar un museo de historia natural. Ahora el espacio ha sido ocupado por una amplia exhibición de autos antiguos y por stands de diferentes artesanos que visitan la ciudad a fin de presentar su trabajo y hacerse de unos cuantos pesos que bien los necesitan.
Ello ha hecho que circule por los medios electrónicos, la idea de que con estas actividades no sólo se altera, se cambia la función y vocación del espacio, sino que se le convierte en mercado, sala comercial de exposición, remodelación que terminó destinándose al regocijo popular.
Primer error en estas apreciaciones. No existe o por lo menos es algo que ya se encuentra superado, oposición entre Alta Cultura y Cultura Popular, o entre Arte y Artesanía. Si estas distinciones fueron importantes para el mundo Moderno, hoy en día son insostenibles teórica y prácticamente, por no hablar del derecho universal que toda manifestación cultural tiene de darse a conocer y difundirse. Así que desde un punto de vista teórico no hay mayor diferencia entre Isis y la Serpiente emplumada, y la exposición de autos antiguos. Y si hubiera aún deseos por discutir el punto, se puede recurrir a un criterio cuantitativo, esto es, a ver qué clase de exposición cuenta con más visitantes (eliminando, por supuesto, el factor novedad como lo fue el Fórum).
Segundo error en esta pseudo polémica. Hasta donde recuerdo la Nave Lewis se administraba a través de un convenio, acuerdo o arreglo con el INAH, o si se prefiere con el gobierno federal ya fuera a través del Instituto de Antropología o del CONACULTA. Por tanto si algo habría que criticar sería más bien el funcionamiento de estos acuerdos y no el tipo de exposición que se presenta, que creo, responde más bien a una necesidad de mantener ocupados los espacios en lugar de tenerlos vacíos y abandonados.
Tercer y último error. Querer ver un problema en la oposición entre Gran Arte y manifestaciones populares, o en los destinos y usos de los espacios, creo es ver solamente la superficie o detenerse en lo más aparente de una problemática real que afecta no sólo a nuestro estado y ciudad sino a todo el país. Si continuamos discutiendo qué actividades son dignas de presentarse en tal o cual lugar, cuáles deben ocupar carpas y tendidos y cuáles palacios y naves, creo se debe a que hemos perdido las voces que hace unos cuantos años contaban con la suficiente autoridad moral como para definir, orientar o excluir estos debates. Escuchar lo que tenía que decir al respecto gente como Octavio Paz o Carlos Monsiváis servía, estuviéramos de acuerdo o no con su posición, para dar lugar y dirección a los temas culturales del país. A falta de tales guías todo mundo se siente con derecho no sólo a opinar sino a determinar y así nos damos por satisfechos con perseguir falsas polémicas, problemas ya superados o planteamientos mal dirigidos.
Que hayan cesado estas voces y que por lo pronto no tengan relevo no es más que una muestra del estado que tiene nuestra vida cultural en estos momentos. Como tantas otras áreas de nuestra vida pública ha entrado en un profundo bache, no obstante ello no significa o no significa forzosamente que se deje de hacer algo al respecto y una buena acción lo es, sin duda, el no gastar nuestra pólvora en infiernillos.
Publicado originalmente por Milenio Diario.



No hay comentarios:

Publicar un comentario