domingo, 28 de noviembre de 2010

En 100 años (26)


Al hablar de la conformación del imaginario mexicano, aquel que se formó a partir del fin de la Revolución y que tuvo vigencia por lo menos hasta 1968, en lo personal prefiero hablar del cine y las películas de Figueroa, “El indio” Fernández, Pedro Infante, Jorge Negrete, Joaquín Pardave, Sara García, Dolores del Río, Andrea Palma y compañía, de fotografías como las de Manuel Alvarez Bravo, Márquez Romay, Agustín Jiménez y hasta Tina Modottí, antes que de la obra mural, de caballete o gráfica de Rivera, Orozco, Siqueiros, Tamayo, Anguiano, O’Gorman o cualquier otro de sus seguidores. La razón es muy simple y tiene que ver con la extensión, con cuestiones de cantidad. Hay un caso, no obstante, proveniente también de las artes plásticas aunque de una rama considerada menor, la ilustración y su relación con la industria editorial. Me refiero al Chihuahuense Jesús Helguera (1910-1971). Aquí, una de las múltiples versiones que realizó en torno a la “leyenda de los volcanes”. Hasta donde recuerdo no había Navidad o Fin de Año en que no nos regalaran de la zapatería, la carnicería, la vulcanizadora, la panadería o la farmacia, uno o varios calendarios con una o varias imágenes preferentemente de este gran ilustrador. Mi madre los colocaba puntualmente tras la puerta de la cocina, en el corredor del desayunador, a la entrada del patio de servicio, esto es, en los lugares donde siempre y a todo momento, fueran visibles. Si alguna imagen nos enseñó cómo era el mundo prehispánico, cómo la vida previa a la Revolución, como el día a día en el campo nacional, fueron estas y no las que se encuentra en los museos o los muros de las dependencias oficiales. Si alguien ha sido responsable de crear esa imagen del México de Charros, de mujeres abnegadas, de nativos heroicos y dramáticos, de la belleza y sensualidad de las mujeres mexicanas, son Figueroa y compañía, Helguera y sus calendarios y cajetillas de cerillas. En 100 años han sido esas las imágenes del México moderno y su identidad, no las que nos han querido vender provenientes del llamado Renacimiento mexicano, las que, si acaso, contribuyen a la formación del imaginario tangencialmente.

(Imagen: wwwmetropoli.org.mx)

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