viernes, 5 de noviembre de 2010

En 100 años (5)

La ofrenda. 1913


Nadie puede saber si la prematura y desgraciada muerte de Saturnino Herrán (1887-1918) privó al país de uno de sus más grandes pintores. El destino, la vida es tal que al cegar una vida en el momento que sea, certifica las cualidades y fallos del difunto, así que si Herrán es un destacado pintor, lo es en función, precisamente, de su temprana muerte. Pero no es por estas razones que lo presentamos aquí vía una de sus obras más importantes y que casa a la perfección con el tema que abre estas líneas y las fechas que apenas celebramos al inicio de esta semana. No, Saturnino Herrán está aquí para hablar de otro de esos temas que por una u otra razón difícilmente se tocan y menos aún se discuten. Es verdad todo lo que se dice acerca de las bondades del estado mexicano postrevolucionario y su relación-patrocinio de las artes, relación de la que sobresale el Muralismo como ejemplo, como prueba de que ese estado impulsó al arte moderno en y de México. Lo cierto es que eso no es del todo exacto. Llamo su atención sobre la fecha de esta pintura de Herrán, fue realizada 10 años antes de que Rivera pintara en el Anfiteatro Bolívar el que se considera el primer mural moderno de México, lo que significa que, tal y como lo dice Orozco en su autobiografía, para cuando ellos empezaron a tomar los encargo del gobierno para pintar los edificios públicos se encontraron con la mesa puesta, es decir, con una línea de trabajo que ya estaba fundamentada en el nacionalismo y el rescate de historia, costumbres y tradiciones. En resumen, si hay una cultura postrevolucionaria sólida, madura, capaz de rendir frutos importantes en el corto plazo, se debió a que desde fines del siglo XIX, o sea, desde el porfiriato se venía favoreciendo un tipo de pintura de fuerte identidad mexicana. Para cuando Rivera pinta su famoso mural hay diferentes grupos de artistas que simultáneamente están enriqueciendo la misma vertiente, desde las Escuelas de Pintura al Aire Libre, hasta los artistas individuales de la Contra-corriente, todos dan vida y fuerza a esa cultura que no surge de la postrevolución sino que es la línea de continuidad que en los últimos 100 años ha animado al arte mexicano.
(Imagen: www.epdlp.com)

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